Primeros pasos
Mi viaje como practicante de yoga comenzó en la universidad, yo era una triatleta en busca de un respiro del deporte riguroso. Mi primera clase de yoga fue Ashtanga, me atrajo al instante, la dificultad y el desafío me eran familiares y sentí el respiro que necesitaba mientras estaba en savasana.
Tradición
En 2007 completé mi curso de 200 horas de Asthanga Vinyasa TT. Desde entonces dediqué la mayor parte de mi tiempo y energía a mi práctica y enseñanza. En 2009 hice mi primer viaje a Mysore, India para estudiar con Sharath. Mi objetivo final era aprender del “gurú”, conocer todos los secretos de la práctica y estar entre mis compañeros. Compartíamos los mismos intereses y objetivos de avanzar en nuestra práctica de asanas a través de formas complicadas e intimidantes. Nuestra práctica se medía por niveles, por lo bien que seguíamos la tradición según las enseñanzas y las estrictas normas del gurú.
Dudas
Con disciplina y años de práctica constante, las posturas acabaron llegando, pude profundizar e hice posturas avanzadas, practiqué de 1,5 horas a 2 horas, 6 días a la semana como cualquier buen ashtangi debería hacer. Pero sólo conseguía sentirme agotada, privada de energía y más alejada de mi verdadera esencia.
Despertar
A medida que mi familia crecía, sentí la necesidad de fortalecer mi cuerpo y encontrar un sistema de apoyo que me permitiera estar ahí para mis seres queridos. Fue entonces cuando me permití que las cosas cambiaran y redirigí mi camino hacia una práctica de movimiento más sana y segura. Desde 2020 he empezado a practicar el MÉTODO LYT YOGA, que ha sido diseñado por la fisioterapeuta Lara Heimann, esta practica combina el movimiento y la anatomía para entender mejor cómo nuestros cuerpos están diseñados para moverse. El MÉTODO LYT, me ayudó a sanar mi cuerpo y a corregir los desequilibrios que había desarrollado con el paso del tiempo y de los que no me había dado cuenta hasta que dejé de practicar Ashtanga. Hoy por hoy mi actual práctica se ha convertido en mi sistema de apoyo.
La vida da muchas vueltas
A veces me encuentro a mi misma como recién salida del sueño del día a día y me da por preguntarme ¿Cómo he llegado hasta este lugar que es ahora mi casa?. Miro atrás por un instante y encuentro la respuesta fácilmente entre mis recuerdos.
Conocí a mi marido en mi país, Filipinas, nos enamoramos y nos dejamos llevar. Tras casi un año de viaje por el sureste asiático ooops! nos quedamos embarazados, pero aún así continuamos viajando hacia el sur de la India. Sin embargo por el 4º mes de embarazo empecé a sentir que debía regresar a Filipinas y centrarnos en nuestro bebé.
Con el bebé cambió todo, comenzamos a pensar en un lugar donde poder darle forma a nuestro proyecto familiar. Lo intentamos en Bali, donde nació nuestra segunda hija, después de eso pasamos una larga temporada en India e incluso nos planteamos que tal vez allí podría ser. Sopesando nuestras opciones le propuse a mi marido venirnos para acá y bueno…me alegro mucho de estar aquí y de haber sido capaz de resumir todas esas carambolas en estas líneas. 🙂